martes, 25 de diciembre de 2012

Fíjate: después de un año casi nada sigue en su sitio. Lo que antes te preocupaba ahora  te parece un juego sin sentido, sin reglas que pudieras desobedecer o cumplir. Problemas resueltos y otros nuevos que han ido apareciendo; un año lleno de momentos increíbles, de secretos guardados, de frío en las mañanas de Diciembre y de calor cuando me abrazas. 
Un año que se suma a esos que ya llevas con ellos, los que siguen ahí pase lo que pase, como siempre han hecho. Un año de reencuentros, de nuevas amistades y sentimientos; doce meses de sonrisas en los trenes y vaho en el cristal del autobús. De cambios, de indecisiones, de bostezos por las mañanas y de ganas de dejarse caer por las noches. Descubres millones de sitios a lo largo de todo este tiempo; lugares en los que ya habías estado ahora parecen mágicamente renovados. Personas que se cruzan o se quedan contigo, dejando una parte de ellas dentro de tí. Amores pasados, intensos, inesperados, diferentes bocas y distintas formas de besar. Otra manera de afrontar las situaciones, de esquivar las piedras del camino, de superar y de aprender de los errores. Más fortaleza, seguridad y ganas de exprimir al máximo todo lo que la vida me ponga por delante.

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